El soporte prioritario de los lectores informados
Con 5,2 puntos sobre 10 se mantiene como el formato más fiable para la audiencia que aún busca rigor
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            Los periódicos impresos han resistido y resisten a la irrupción en muchos casos sin demasiada credibilidad de los formatos digitales, y lo hacen con un valor fundamental: la confianza. En medio de una crisis generalizada que afecta al conjunto del sistema mediático en los que estaban llamados a ser sus formatos más actuales, los datos más recientes muestran que la prensa en papel sigue siendo, todavía a día de hoy, el soporte informativo mejor valorado por los lectores que priorizan el rigor, la veracidad y la independencia.
El Digital News Report 2024, elaborado por el Instituto Reuters en colaboración con la Universidad de Navarra, confirma una tendencia preocupante: solo un 33 % de los españoles confía habitualmente en las noticias que consume. No obstante, el mismo informe revela que, entre quienes se esfuerzan por contrastar bulos o desinformaciones, un 34 % acude a los medios tradicionales (un bloque en el que la prensa escrita conserva un papel protagonista). Este porcentaje supera al de quienes confían en redes sociales, influencers o aplicaciones de mensajería, y refuerza la idea de que la credibilidad sigue siendo un capital asociado al periodismo profesional.
La prensa escrita ofrece un refugio informativo basado en tiempos más pausados, jerarquía narrativa y criterios editoriales visibles.
Este diferencial se observa con mayor claridad en algunas comunidades autónomas. En el País Vasco, por ejemplo, la prensa impresa alcanza una nota media de 5,2 sobre 10 en credibilidad, por encima de la prensa digital (5,0) y muy por delante de las redes sociales, que apenas superan el 3,1, según datos recogidos en un informe de la Cadena SER. El formato tradicional sigue liderando en términos de confianza percibida.
La amenaza de los bulos
El contexto actual está marcado por una doble amenaza: la expansión de los bulos y una creciente desafección informativa. Según el propio Instituto Reuters, el 40 % de los españoles evita activamente el consumo de noticias, afectado por una sensación de sobrecarga, escepticismo o desgaste emocional. En franjas más jóvenes, como la de los menores de 35 años, esa cifra asciende al 44 %.
Como recuerdan muchos profesionales del sector de la información, “las fake news no pasan por la rotativa”
Esta fatiga se ve alimentada por entornos digitales donde se mezclan contenidos no verificados, enfoques sensacionalistas y una velocidad de publicación que apenas deja espacio para el contraste. Frente a este flujo constante y desordenado, la prensa escrita ofrece un refugio informativo basado en tiempos más pausados, jerarquía narrativa y criterios editoriales visibles.
En el periódico impreso, cada contenido pasa por un filtro concreto: editores, correctores, periodistas especializados y procedimientos de verificación contrastada. La autoría es clara, las secciones están definidas, y las opiniones se distinguen de los hechos. Esa estructura (que puede parecer rígida en un entorno donde todo se comparte en segundos) es justamente lo que garantiza su fiabilidad frente a otras fuentes. Como recuerdan muchos profesionales del sector, “las fake news no pasan por la rotativa”.
La desconfianza en la prensa crece por su cercanía con el poder político
El Instituto Reuters advierte en su último informe de un fenómeno preocupante: la caída de confianza en los medios no se explica solo por el trabajo periodístico, sino por la creciente desafección hacia la clase política. Según el análisis publicado por El País, muchos ciudadanos identifican a los medios con partidos, gobiernos o intereses concretos, y proyectan esa desconfianza.
Esto se agrava en entornos digitales, donde la línea entre información, propaganda y opinión partidista es cada vez más difícil de trazar. Plataformas como X (antes Twitter), TikTok o incluso medios digitales de escasa transparencia editorial permiten que se viralicen contenidos con apariencia de noticia pero sin control periodístico. Además, el papel no responde al clic, ni al titular llamativo para viralizarse. No depende del algoritmo, sino de decisiones editoriales conscientes. Por eso, el periódico impreso conserva una credibilidad que los lectores siguen valorando, incluso cuando dudan de la clase política.
Como apunta el informe, los lectores que desconfían de los políticos desconfían también de los medios que perciben como cercanos al poder, pero no trasladan esa sospecha a todos. La prensa escrita, menos sujeta al ciclo inmediato de las redes, logra mantenerse al margen de parte de ese rechazo generalizado.
El vínculo entre lector y medio se refuerza con la suscripción
El modelo de suscripción adoptado por muchos medios transforma también el perfil del lector. Quienes pagan por acceder a la información tienden a confiar más en los contenidos que consumen y muestran un compromiso mayor con la calidad. Esta relación permite sostener económicamente a los medios y da lugar a una audiencia más crítica y formada. Ese lector informado valora el análisis, el contexto y la profundidad. Aunque combine distintos formatos y acceda a contenidos digitales, no renuncia al prestigio ni al sello editorial de los medios tradicionales. La prensa escrita, menos expuesta al llamado clic y a la velocidad del algoritmo, ofrece un espacio más pausado y útil para tomar distancia del ruido informativo.
Solo el 18 % de la población recibe formación en verificación o alfabetización mediática. En un entorno saturado de contenidos, la falta de herramientas para distinguir lo verificado de lo falso deja a muchos lectores expuestos a la desinformación o las fake news. Por eso, el papel no representa solo un soporte: es también un símbolo de una forma de hacer periodismo centrada en la comprensión y la responsabilidad informativa.
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