La prensa en papel, un bien cultural cada vez “más vivo”

Quince años después de los pronósticos más agoreros, el periodismo escrito resiste a los cambios.

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Cabeceras de periódicos en papel
Cabeceras de periódicos en papel | Atlántico

¿Me acercas el periódico? ¿Sabes si llegó ya la prensa? ¿Me pones un café y me alcanzas el diario? Tres preguntas simples, breves, repetidas una y otra vez en las mañanas de cualquier domicilio, cafetería, cualquier día de la semana. La prensa diaria, en papel, la más cercana y fiable, resiste más aun de lo que los más agoreros aventuraban hace una década cuando las peores previsiones se empeñaban en darla por muerta ante el que consideraban “imparable” avance de los contenidos digitales y la que definían -pronto se darían cuenta de su error- como nueva forma de hacer periodismo.

En el año 2010, editores de prensa y algún que otro “pseudoexperto” en medios de comunicación pronosticaban el fin de la prensa en papel. La era digital había llegado para quedarse, periódicos y revistas impresas estaban condenados a desaparecer, el ruido arrancando de rotativas de varios cuerpos ya no llenaba las redacciones en tensión al llegar la hora de cierre; el papel no iba a ser capaz de competir con la inmediatez, velocidad y “comodidad” de los medios digitales. Primer error. “Internet devorarará a los periódicos” proclamaba en The Guardian en 2010 el periodista y escritor británico Andrew Keen. “La prensa en papel es un formato obsoleto que no puede competir con la velocidad y la flexibilidad de los medios digitales”, decía.

¿Me acercas el periódico? ¿Sabes si llegó ya la prensa? ¿Me pones un café y me alcanzas el diario? Tres preguntas simples, breves, repetidas una y otra vez en las mañanas de cualquier domicilio, cafetería, cualquier día de la semana

Mismo año, mismo argumento en esta ocasión nuevamente repetido. El editor de The New York Times, Arthur Sulzberger Jr, defendía en la novena Cumbre Internacional de Noticias Wan-Ifra desde Londres su “apuesta” por los contenidos de pago en internet. “Dejaremos de imprimir The New York Times en algún momento en el futuro”, decía. Tres años antes había planteado el mismo debate. “Este diario -advertía- podría desaparecer del kiosco en 2013”. Nuevo error. El mismo presidente que en el año 2003 había tenido que asumir el despido de Jayson Blair, una de las estrellas de su redacción tras descubrir que había estado inventándose muchas de sus historias de portada durante años -”el peor momento de nuestro periódico en 152 años”-; reconocía años más tarde (mayo de 2014) su “fe de erratas” y su error. En la sede del IESE de Manhattan, ante la sarcástica afirmación del profesor Bill Baker -”el diario impreso aún no ha muerto...”-, el editor del NYT ironizaba sobre su agorera afirmación años antes. “Déjame decirlo, claramente el diario impreso no ha muerto. Hemos visto que hay gente que todavía le da un gran valor a la experiencia del papel. No veo a un medio sólo digital como competidor a gran escala”, subrayaba.

Espacio renovado

Una década después, la realidad sigue demostrando que aquellos y alguno más se equivocaron. La prensa en papel no solo ha sobrevivido, sino que también ha logrado renovarse y adaptarse a los cambios en el entorno mediático.

La prensa en papel es una fuente creíble y confiable para los ciudadanos. El 62,1% de los encuestados afirmó que confía en la información que se publica en los periódicos en papel...

Según un estudio publicado por la Universidad de Oxford en 2019, “la prensa en papel sigue siendo una fuente importante de información para los ciudadanos, especialmente para aquellos que buscan información de alta calidad y análisis en profundidad”. En España, las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) demuestran que el papel sigue siendo una fuente importante de información para los ciudadanos. Según una encuesta reciente, el 44,6% de los encuestados afirmó leer periódicos en papel al menos una vez a la semana, mientras que el 24,1% lo hace diariamente.

Además, la encuesta también muestra que la prensa en papel es una fuente creíble y confiable para los ciudadanos. El 62,1% de los encuestados afirmó que confía en la información que se publica en los periódicos en papel, por el 21,1% que dijo confiar sólo en la información que se publica en las redes sociales.

Un estudio recientemente publicado por la Asociación Española de Editoriales de Publicaciones Periódicas (AEEPP) también destaca la importancia de la prensa en papel en la sociedad española. Según su informe, “la prensa en papel sigue siendo una fuente fundamental de información y análisis para los ciudadanos, y su papel en la sociedad española muy relevante”.

La importancia de contar más y mejor y hacerlo de forma honesta y cercana

“No se trata solo de contar historias, se trata de que esa historia llegue, emocione e invite a la reflexión”.

Tal afirmación, que firmaría el más versado y exigente profesor de Comunicación, define de la mejor manera el que debiera ser lema de referencia en las cada vez más deshumanizadas redacciones de grandes medios. En ese discurso, o en otros muy parecidos que “cuelgan” de las paredes de muchas de esas grandes salas repletas de ordenadores y mesas dispuestas en hilera, radica una de las claves fundamentales de la tenaz supervivencia de la prensa y el periodismo escrito: el deseo y la obligación de transmitir emociones y contar “más y mejor” las noticias, escribir y profundizar, invitando a un análisis de cercanía, exactitud y compromiso.

“Solo haciendo un medio imprescindible a los lectores, los lectores se verán obligados a comprarnos”, recuerda y advierte Juan Antonio Giner en su libro “La Edad de Oro del Periodismo” (La Vanguardia, 2024), parafraseando al fundador de Le Monde, Hubert Veue-Méry.

Giner, especialista en periodismo y analista de referencia en buena parte de las jornadas más ambiciosas sobre medios de comunicación, tiene claros los valores que han hecho de los grandes referentes internacionales ejemplos en los que mirarse no solo los diarios nacionales de mayor difusión y amplias tiradas, sino también los más modestos en papel y llegada aunque no en su ambición de ofrecer más y mejor contenido a todo tipo de lectores.

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