Calvet, el germen del polo biotecnológico de O Porriño

La Academia Gallega de Ciencias lo nombra “Científico Galego 2025" y Zendal se suma: “bebemos directamente de esa herencia”

Fernando Calvet en el laboratorio de Zeltia, que se fundó en O Porriño a finales de los años 30.
Fernando Calvet en el laboratorio de Zeltia, que se fundó en O Porriño a finales de los años 30.

"Zeltia es la empresa química más importante de la industria de Galicia", asegura el historiador Xoán Carmona; y Fernando Calvet “es una figura transformadora que ha convertido a Galicia en lo que es hoy”, subraya el consejero delegado de Zendal, Andrés Fernández, descendiente de los Fernández fundadores de Zeltia. Ambos testimonios aparecen en el vídeo que ha realizado la Real Academia Galega de Ciencias, tras nombrarlo “Científico Gallego 2025”.

Zendal se ha sumado al homenaje señalando que “la historia de la biotecnología en Galicia no se entiende sin Calvet” y que “Zendal bebe directamente de esa herencia científica e industrial”, porque en 1939, Calvet participó en la creación de los Laboratorios Zeltia, en O Porriño, origen de Zendal. “Su impulso a la innovación, la transferencia de conocimiento y biotecnología sigue inspirando nuestro cometido”, añaden en un post en Linkedin.

La Real Academia Gallega de Ciencias presentó hace unos días en la Facultad de Química de la Universidad de Santiago el libro “Fernando Calvet i Prats. Modernizador de la química y promotor de la industria farmacéutica en Galicia”. En esta publicación, coeditada por la Academia y el Consello da Cultura Galega, se hace un repaso por la trayectoria profesional y vital de este visionario.

El presidente de la RAGC, Juan Lema, se refiere al homenajeado como “un espíritu moderno, que simboliza una Galicia posible: científica, cosmopolita, solidaria, industrial y libre”.

Calvet fue un científico nacido en Cataluña, quien, a pesar de desarrollar tan sólo una pequeña parte de su vida en Galicia, llegó procedente de la Universitat de Barcelona en 1929, con tan sólo 26 años, y marchó quince años después, dejó una honda huella por su impulso a la investigación química en la Universidad de Santiago y por su papel decisivo en la creación de una industria química y farmacéutica gallega, a pesar de los angustiosos momentos que tuvo que vivir debido a la Guerra Civil y la posguerra.

Aquí aplicó los avances que había visto en Oxford y también incluyó a mujeres investigadoras en su equipo.

Parte del equipo de Zeltia, pioneros de la biotecnología gallega.
Parte del equipo de Zeltia, pioneros de la biotecnología gallega.

Promovió el montaje de un laboratorio en la Facultad de Ciencias de la universidad compostelana y, con la ayuda de un pequeño equipo de colaboradores, comenzaron a hacerse en Galicia las primeras síntesis de productos orgánicos con métodos y teorías que estaban a la altura de los mejores centros de investigación europeos.

Además, compaginó su labor docente con su actividad investigadora en el Instituto Bioquímico Miguel Servet, que se creó en Vigo, y posteriormente, en 1939, como uno de los impulsores y director científico de la empresa Zeltia, que funda la familia Fernández.

Tal como destaca en el libro el presidente del Grupo Zendal, Pedro Fernández, “Calvet no solo fue un científico brillante; fue un visionario que entendió antes que nadie que el conocimiento aplicado podía ser motor de desarrollo para una tierra con talento, pero sin estructuras. Hoy, cuando empresas como Zendal lideran el panorama biofarmacéutico internacional desde Galicia, su figura emerge con más fuerza que nunca: fue él quien puso la primera piedra”, señala.

Fenández incide en el hecho de que en un tiempo en que el término “biotecnología” apenas se conocía, Calvet ya utilizaba derivados orgánicos en la creación de soluciones sanitarias. “Su legado no solo fue empresarial, sino también humano: generó comunidad científica, impulsó redes y dotó de sentido estratégico la presencia de Galicia en el mapa nacional de la investigación. Galicia no sería lo que es en el mapa biofarmacéutico europeo sin su audacia y su empeño por industrializar la ciencia”, destaca el presidente de Zendal.

También se sumergió en la sociedad gallega y mantuvo una cierta actividad política. Así, además de ser socio protector y colaborador económico en el mantenimiento del Seminario de Estudios Gallegos, actuó como representante catalán en el Consejo Gallego de Galeuzca, fue uno de los firmantes del manifiesto de los intelectuales gallegos a favor del Estatuto de Autonomía de Galicia en 1933 y participó en la redacción del Estatuto de la Universidad de Santiago de Compostela.

Esta actividad le valió la separación de su cátedra y las represalias tras la Guerra Civil. Así que emigró a Alemania, primero Hamburgo, luego Suecia y finalmente Edimburgo. Pero decidió volver en 1938 y lo encarcelaron durante unos días. El sacrificio mereció la pena, porque solo un año después nacía Zeltia.

“El objetivo era desarrollar medicamentos de forma local, porque las fronteras estaban cerradas”, explica en el vídeo Andrés Fernández, consejero delegado de Zendal, y “generó un tejido de conocimiento empresarial”. Algunos de los productos que salieron de Zeltia siguen en el mercado, como el famoso ZZ, que ha marcado a varias generaciones.

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