Aitor Bugarín: “En el coche se ven las cosas más fáciles que en la bicicleta”
Director del Vigo Rías Baixas
Aitor Bugarín Ledo (Ponteareas, 1 de mayo de 1998) debutó esta campaña como director del Club Ciclista Rías Baixas. Forma una de las duplas más jóvenes del pelotón amateur español con Paula Sanmartín (28).
¿Cómo evalúa el primer año?
Al comenzar, tenía mucha ilusión y se mantuvo toda la campaña. El reto era mayor de lo que venía acostumbrado. Teníamos un grupo muy joven y sacamos buenos resultados. Todo el mundo creció y podemos estar contentos.
¿Cómo se es director antes de llegar a los treinta?
Llevo practicando ciclismo desde pequeño y llega una edad en la que los compromisos laborales y los estudios, hacen imposible que pueda seguir como ciclista. No quería desvincularme de este mundo y la formación también me llevó por ahí. En 2024, colgué la bicicleta y un equipo ya me dio la opción de dirigir y el año pasado me llamó el Rías Baixas. No lo dudé.
¿Cómo es el proceso para darse cuenta de que llegó el final?
Cuando ya tienes 23 o 24 años, igual es el momento. Yo hice los estudios y comencé a trabajar. Intenté compaginarlo, pero ya vi que no iba a ser factible. Me di cuenta de que el futuro iba a estar en la parte laboral más tradicional y no en la bicicleta. Es un paso natural, que se toma sin gran dificultad. Es cierto que hay a otra gente que le cuesta más porque tiene toda su atención en ser ciclista y no serlo es una gran decepción. A los corredores sí que les animo a que tengan una alternativa, que estudien y se formen en lo que sea porque, por mucha calidad que poseas y quieras hacer bien las cosas, esto es un deporte con 300 corredores amateur en España y cada año pasan cinco o seis a profesionales. Y, en caso de superar esta barrera, puedes encontrarte a dos o tres ciclistas de cada generación que acaban teniendo carreras de diez años o más ganando bien. No obstante, otros muchos pasarán pero en cinco o seis años ya se les acaba y llegan a los 30 sin nada. Ahí hay que tener alternativa porque la vida es muy larga y queda mucho.
¿Cómo se organizan usted y Paula Sanmartín?
Con los ciclistas, tanto yo como Paula estamos en contacto continúo. Una vez por semana, los llamamos y, en invierno, me centro en ver cómo va la preparación física, en observar si necesitan algo o en cubrir una necesidad que pueda surgir. También supervisamos analíticas, hablamos con preparadores y, ahora, ya estamos con la preparación del calendario de 2026. En ciclismo, cada uno está en su casa, y nosotros tenemos un papel de supervisar desde la distancia, resolver dudas y cubrir lo que necesiten.
¿También hace de preparador físico de ciclistas?
Hay corredores a los que le llevo yo la preparación física y hay otros que tienen sus entrenadores. Colaboramos todos un poco y sí es cierto que yo, como director del equipo, los tengo a todos en mi plataforma, los reviso y confirmo que hagan las cosas bien. Se da la circunstancia de que puedo ver lo que hacen otros preparadores. Pero también tengo una experiencia más corta que la que puedan tener entrenadores muy reconocidos. Puedo aprender mucho de ellos. Eso sí, cada uno siempre tiene su manera de trabajar.
Todo gracias a la tecnología.
Lo hace todo más fácil. Hace 15 o 20 años, vigilar los entrenamientos de los corredores que estaban lejos era imposible y te tenías que fiar de ellos. No sabías si era verdad, pero hoy puedes consultar lo que hace cada jugador al terminar la sesión. Ya lo tienes en el teléfono y lo puedo ver en cualquier lugar. Somos unos privilegiados porque no necesito tenerlos al lado para saber si hacen las cosas bien. Tengo que admitir que son disciplinados. Creo que durante la temporada no tuve que decirle a ningún corredor que tenía que entrenar más ni nada parecido. Todos quieren ser profesionales y, después, la suerte y las condiciones de cada uno determinarán su techo, pero todos son responsables.
¿Cómo se dirige en el pelótón amateur actualmente?
La mayoría de carreras se están profesionalizando y ya contamos con televisión en directo en casi todas las pruebas. Facilita mucho la labor y, además, tenemos el pinganillo con los ciclistas y pueden comentarnos al momento cualquier situación que se da. Además, creo que es clave conocer la carrera antes y llevarla bien preparada. Eso sí, al volante, el director se desespera mucho. Hay cosas que desde el coche o cuando estaba de corredor, se ven muy claras, pero que los corredores en ese momento no interiorizaron una idea o no reaccionan bien. Sí que pasa. Llevamos el pinganillo y también soy consciente de que, desde el coche podemos dar una orden, pero los ciclistas llegan al nivel que llegan y no pueden más. U, otras veces, hay cierto miedo a fallar y se frenan un poco.
¿En el coche se ve todo más claro?
Sí, sí. Ahí no estás cansado. Sí que puedes estar más nervioso. Hay ciertas cosas que, desde la bicicleta, las ves mejor porque las observas en directo, pero es cierto que desde el coche tienes más información porque dispones de un estudio de los rivales, conoces toda la carrera. Como director, son más horas de estudio de la prueba y conoces todo un poco más. Al ser ciclista, vas más centrado en uno mismo. También sucede que no corremos solos. Y hay otros equipos que planean sus cosas y la dificultad está en responder con velocidad y acierto a todo.
¿Cómo es reconstruír el equipo año a año?
En amateur, el contrato es de año en año y nunca te puedes casar con un corredor a más de una temporada. Tengo la suerte de que, para 2026, va a seguir el grueso del equipo. Desde mitad de año, ya estás pensando en los ciclistas que te pueden interesar para el siguiente. Ya vas hablando, viendo, analizando, conversando con deportistas, con preparadores… Y, al final, improvisar un poco. Nosotros teníamos bastante claro lo que queríamos para 2026 y lo conseguimos, pero habrá temporadas en las que no salgan así las cosas y sabes que no puedes pensar en un plazo más allá de la campaña. Puede darse un curso que pasen a profesionales la mayor parte de los ciclistas y tengamos que renovarmos mucho más. Y ojalá pase.
¿Se ve en un equipo profesional?
No lo sé. Por ahora, estoy muy bien en el Rías Baixas. Me encuentro cómodo, cerca de casa y conociendo la categoría y la profesión. El tiempo lo dirá. Todo es diferente porque pasamos mucho tiempo fuera de casa y conoces a mucha gente. Vienen muchas sorpresas, pero casi todas son positivas.
Usted y Paula tienen menos de 30 años y casi todos los directores superan los cincuenta.
Sí, sí, la mayoría. Siempre hay reticencias por parte de algún veterano, pero todos nos comportamos con elegancia y respeto. Y, después, se van aprendiendo las maneras de negociar con otros directores, de tener diligencia. La verdad es que está siendo positivo, pero sí que conlleva una dificultad porque tienes que adquirir esa confianza con gente que se lleva viendo veinte o treinta años y entras como desconocido. Pero, en general, el comportamiento es correcto, muy deportivo.
Creo que José Luis Chamorro es un presidente atípico.
Sí, sí. Él se ve todas las carreras por streaming y, al terminar, tengo la costumbre de llamarlo y ya me comenta situaciones de la competición. Es una suerte porque sigue el trabajo que hacemos y no sólo se tiene que fiar de lo que le contamos. Es muy aficionado.
¿Qué destaca del ciclismo profesional actual?
La diferencia de presupuesto entre los equipos grandes y los pequeños. Los más potentes tienen seis ciclistas que podían ser líderes en cualquier otro conjunto y esto hace que las carreras sean mucho más cerradas a nivel táctico. Y el abanico de favoritos es muy corto, entre tres o cuatro.
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